Cómo mata una onda expansiva
Como hemos explicado, una onda de choque de una onda extensa cambia la presión y la temperatura del fluido que nos rodea. Nosotros, y todos los seres vivos, existimos rodeados de líquido. Al menos en este planeta azul. Nuestra biología es muy sensible y estamos llenos de tejido blando. Cuando una onda de choque nos golpea con fuerza, lo primero que sucede es que nuestros tejidos aumentan de presión, haciendo que exploten. Especialmente grave es lo que ocurre en las partes más íntimas ya que la presión es aún mayor. Partes más densas como nuestras vísceras: el intestino o el tejido alveolar de nuestros pulmones, que se convierte en pulpa. Los vasos sanguíneos, por ejemplo, también revientan debido a su sensibilidad, provocando una hemorragia interna grave. También hay un gran impacto en el cerebro, que está bien protegido por el cráneo, pero menos de lo esperado gracias a su excelente sistema de protección mecánica. Pero los vasos del cerebro no lo hacen y provocan un derrame cerebral fatal. Otros órganos, como los tímpanos que tienen aplicaciones médicas directas en el estudio de las ondas de choque, o los ojos, que son blandos, también pueden verse gravemente afectados. Por todo ello, además de tirarnos al suelo, conviene taparnos los oídos, abrir la boca y cerrar los ojos.
Lo que estamos tratando de hacer es tratar de canalizar la onda de choque absorbiendo la menor cantidad de energía y haciéndolo con los tejidos más duros que no se dañarán. La física de las ondas de choque y de choque se estudia en profundidad por una variedad de razones. Además de la cuestión militar poco ética, quienes investigan este tema no solo para evitar el daño sino también para evitarlo y actuar en situaciones de emergencia, también hay médicos y científicos muy interesantes. Dejando de lado el estudio de la dinámica de fluidos, la medicina es de especial interés ya que muchas patologías pueden tratarse mediante el uso de ondas de choque controladas. Por ejemplo, en litotricia se utilizan para destruir cálculos renales mediante ondas de choque. También se utilizan para provocar un efecto analgésico o para aumentar el número de capilares sanguíneos en una zona. Y estas son solo algunas de las muchas solicitudes. Y es que, al fin y al cabo, cualquier efecto que observemos en la naturaleza, aunque sea algo tan violento como una onda de choque, siempre puede tener una función que nos ayude a mejorar nuestra calidad de vida. Solo es cuestión de querer verlo.
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