Cómo nos volvemos supersticiosos
Sobre el cuchillo y su funcionamiento no soy supersticioso: el cuchillo es supersticioso, no cualquier cuchillo, ese. No así, por ejemplo, está Borges en la orilla pero el que me ve adentro con aguda certeza y ya no escucha mi respiración, huye de mí. A veces estoy comiendo y sale volando para burlarse del tenedor, otras veces me mira con recelo desde mi mesa de trabajo. Es el cortador de papel pero al mismo tiempo es el puñal: el lagarto venenoso. Le enfurece verme pensando, parpadeando. Moraleja: no pienses mientras comes; cuando escribas no pienses. Los cerdos saben, ¿qué saben, Lautreamont? “Que los que saben lo que pueden saber y los que duermen sigan durmiendo”. Mis versos. Pero no soy un cerdo y pretendo ser un cuchillo. Que pretendo anfibio; me empuja cuando me ves me voy sucio como un pez viejo que ya no merece el mar. Yo digo que no y eso me duele, insisto: es la mejor persona, y pido por él que nunca nos vimos. La cantidad de aburrimiento. Y estoy en el cuchillo tan pronto como soy esquizoide, ¿quién no lo es? Por eso y menos descuidado, está la persecución. Verlo es verme y así se escribirá, porque su figura está escrita con mi letra fea. Más emocionante: no es tan fácil separarse de lo que hay. No es como echar el salero, martes 13, de la escalera destructiva o —rápido incluso— el gato negro a la vista, riesgo de muerte. . Eso también funciona como una superstición, pero está descartado. ¿Qué hago entonces para mantener a raya la maldición? ¿O tal vez es un cuchillo sin acero, sin hoja y sin filo, y no tiene mango? ¿Cómo se hace? La primera vez que lo vi fue en Lebu, en ese basurero que dejó el mar cuando yo tenía cinco años. Cinco años de éxtasis en las olas. Ahí es donde lo vi, pescado desde el principio. O del Absoluto, pero no hay Absoluto La Vida es un golpe de cuchillo, la cabeza es la herida; Quién había dicho eso. Veo a Bran den Velde, uno de esos mudos que van a por los ciegos. Y dicen todos, casi. –— Gonzalo Rojas
Supersticiones Se supone que los habitantes de la Edad Media ya conocían los amuletos: un objeto para protegerse de un posible mal o para agradecer los beneficios de una fuerza desconocida. Podrían estar asociados con monumentos como el círculo de rocas en Stonehenge u objetos de métodos finos: una bola de arcilla en forma de almendra, un diente de niño, tres plumas adheridas, por ejemplo. Cada vez que se encuentra una comunidad “primitiva” en el interior de Nueva Guinea, o en África, los antropólogos encuentran que ninguno de sus miembros tiene uno o más amuletos para protegerse de la Naturaleza pero también de las personas, lo que conecta a estos de alguna manera completamente. nativos expuestos a los habitantes de los barrios más sofisticados de Nueva York o Milán, São Paulo o Barcelona Somos un conglomerado de personas intimidadas. El pánico es lo que nos impulsa a descubrir o fabricar potentes remedios para la supervivencia; pueden ser una palabra, un signo, un objeto, pero no cualquier cosa. En el Caribe, las personas precavidas ponen en su dormitorio un vaso de agua limpia para ahuyentar los malos augurios; Lo mismo sucede en lugares con culturas muy diferentes como las ciudades de Uzbekistán, los países escandinavos y Sicilia. Me imagino muchos más. Si el vidrio se rompe, si el agua se vuelve turbia, debes protegerte del peligro inmediato. El mal está cerca, no se sabe exactamente dónde, pero espera a su víctima. en Nueva York el vaso explotó y el agua salpicó su cuerpo. El escritor cubano sabía que ya estaba perdido, que estaba marcado para la muerte. Poco después, tuvo la confirmación: estaba contagiado de SIDA. Un día un cuervo cayó a los pies de Julio César. Regresó a sus habitaciones y retrasó la batalla al día siguiente. Sabía que si iba en contra de esa advertencia, su racha ganadora desaparecería en cuestión de horas. En los infinitos puntos del Universo, la caída de un pájaro negro es señal de una terrible mala suerte en el futuro. En diferentes lugares repartidos por el mundo, aislados unos de otros, he visto al pasar por un cementerio, una funeraria o un cortejo fúnebre, que los hombres se llevan las manos a las partes íntimas, a veces como por casualidad, como si. hubo una leve sacudida de polvo en la ingle, o desarrugamiento de los pantalones en esa parte; otros lo hacían en sueños, convulsivamente, y no quitaban la mano de la pelota hasta algún tiempo después de pasada la visión fatal. La respuesta es la misma en todas partes: “Los testículos son los vasos del agua de la vida, es decir, el mejor escudo que resiste a la muerte”. Muchos de nosotros usamos un amuleto en nuestra ropa o lo guardamos en algún lugar de la casa. ; cuando nos preguntan por qué, respondemos con la misma expresión de Hugo Hiriart: “por si acaso”. Si me preguntaran sobre mi creencia en estos fenómenos, respondería que soy agnóstico; Ni creo ni creo. Pero si me persuadieran, diría que sí, creo, no puedo entender por qué lo hago, pero tengo un complejo sistema de amuletos personales, hechizos, fórmulas para decidir qué lecturas hacer. un viaje auspicioso, llevar una corbata amarilla es necesario para que un determinado proyecto tenga éxito, cosas así. Pero sobre todo quiero hablar del enigma de los maleficios, ¿cómo detectarlos?, ¿cómo superar su gettatura? Con ellos es casi imposible tocar el material. Sería interesante saber cuándo supieron que tenían el poder de destruir a otros. Ese es el capítulo más oscuro, cruel y duro del mundo de hechizos y supersticiones en el que vivimos. –— Sergio Pitol
La base de la psicología de la superstición: Atmósfera Operativa
Como acabamos de decir, la teoría que subyace a la psicología de la superstición se denomina Atmósfera Operativa, de B.F. Pieles.
Skinner hizo un experimento trabajando con palomas. Esto era para que las palomas consiguieran comida a través de un mecanismo en las jaulas, que tenían que activar ellas mismas. Así, poco a poco, aprendieron que esta acción les daba alimento, por lo que la aplicaban cuando tenían hambre.
¿Cómo ayudar a alguien a evitar creer en conductas supersticiosas?
Desde un punto de vista Psicológico, la mejor manera de evitar que alguien sea súper religioso es trabajar en sí mismo a todos los niveles y enfrentar la realidad de la confianza desde el propio juicio día a día.
Te doy un ejemplo: si haces un examen sin suerte, vas con una actitud negativa porque te puedes sentir impotente. Estas condiciones ya son el resultado de la prueba. Y no se debe a la falta de tu objeto especial, sino a ti y a tu interpretación de los hechos.
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