Es cierto que hay microbios que causan ansiedad
La depresión es uno de los trastornos mentales más comunes en el mundo. Se ha revelado que entre el 11-15% de la población mundial puede sufrir depresión en algún momento de su vida. En muchos países incluso ha aumentado como resultado de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, la causa de la depresión aún se desconoce parcialmente, su diagnóstico es complejo y las opciones de tratamiento son limitadas.
Cada vez hay más evidencia, especialmente en modelos animales, de que la diversidad y composición de la microbiota intestinal (la variedad de microorganismos que viven en nuestro intestino) puede influir de alguna manera en la actividad y el comportamiento del cerebro. Varios estudios muestran que la transferencia de microbiota intestinal de pacientes humanos deprimidos a ratas libres de gérmenes da como resultado un comportamiento depresivo en los animales receptores. Esto sugiere que la microbiota intestinal puede tener algún papel en la causa de la depresión. Otros estudios han demostrado que el consumo de prebióticos y probióticos puede afectar el estado de ánimo y la ansiedad en los humanos. Sin embargo, todavía sabemos muy poco sobre la posible relación entre el microbio y la depresión: solo tenemos evidencia preclínica, la mayoría de los experimentos se realizaron en animales de experimentación, libres de gérmenes o bajo tratamiento con antibióticos o modificación genética, estudios en humanos. son escasos y con un número muy reducido de muestras, faltan ensayos clínicos no representativos, bien controlados y con resultados fuertes y reproducibles.
El eje intestino-cerebro
Esta relación que conocemos, aunque desconocida, fue descubierta científicamente en el siglo XVIII. El médico francés se dio cuenta por primera vez de que el tracto digestivo tiene su propio sistema nervioso, el sistema nervioso entérico, que depende del cerebro. Trescientos años después, en 1996, el investigador Michael Gershon, retomando la idea de aquel médico francés mientras investigaba en la Universidad de Columbia (EE.UU.), descubrió que hay cientos de millones de neuronas en el intestino, muchas más que en la columna vertebral médula y el sistema nervioso periférico juntos. E inventó el conocido concepto de que el intestino es el “segundo cerebro”.
Esas neuronas intestinales encontradas por Gershon secretan importantes neurotransmisores, como la serotonina, la dopamina o el GABA, que se encargan de regular el estado de ánimo y el humor; y también permiten que el intestino realice muchas funciones de forma independiente. Sin embargo, a diferencia de las células cerebrales, las células intestinales no tienen capacidad cognitiva, no generan pensamientos conscientes, ni son capaces de razonar o tomar decisiones. Por eso, ya pesar de que el best seller de Gershon habla de este segundo cerebro, del que se han vendido millones de copias en todo el mundo, y de que sigue siendo una metáfora muy popular hoy en día, la verdad es que es inexacta.
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