Hay animales autistas
En un reciente artículo publicado en el diario ABC en el Blog ‘Cosas del cerebro’ se analizan los beneficios de las mascotas en la comunicación de las personas con TEA. Desde aquí nos gustaría compartirlo argumentando que en todos los casos no puede ser una herramienta útil para utilizar con el colectivo de personas con autismo, ya que depende de la adaptación de la persona y sus características.
Fuente: abc.es
Dos líneas de investigación
Debido a la complejidad de las enfermedades psiquiátricas, una forma de encontrar modelos animales para estudiarlas es asegurarse de que estos muestren sólo unos pocos signos específicos asociados con ellos, en lugar de todos sus síntomas (ver el recuadro ‘Criterios para un buen ejemplo animal de enfermedad psiquiátrica’). En estos casos, el objetivo es estudiar en animales de experimentación determinados comportamientos observados en poblaciones psiquiátricas. Estos comportamientos no son necesariamente los signos o síntomas clínicos que determinan el diagnóstico de la enfermedad, pero deben ser definidos objetivamente y medidos de forma fiable.
Si la sociabilidad se puede estudiar fácilmente en ratones, podremos analizar el impacto de diferentes tratamientos en esa sociabilidad. Aunque un ratón menos sociable no puede catalogarse como autista, es igualmente interesante estudiar los fenómenos biológicos que provocan una disminución de su sociabilidad, por ejemplo, para identificar los genes que la modifican. Aunque esto limita el uso del modelo animal, la comparación con humanos es mucho más confiable y el enfoque, a pesar de sus limitaciones, tiene ventajas pragmáticas para estudiar los mecanismos neurobiológicos responsables de los comportamientos que nos interesan.
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